Este primer día del mes de marzo, si nos atenemos a lo dispuesto en las leyes electorales, dará inicio el período de campañas que en esta ocasión tendrá una enorme magnitud no solamente por el número de cargos de elección popular involucrados, entre ellos la presidencia de la República y los Diputados y Senadores que integrarán el Congreso de la Unión, sino por la rispidez con la que ha caminado la contienda desde hace meses.
La disposición constitucional dispone que en la propaganda electoral deberán abstenerse de expresiones que calumnien a las personas, por lo que esperaríamos que ahora que comienza legalmente el período de campañas veamos que prive la civilidad y no sea una campaña de denuestos.
Serán noventa días en que los ciudadanos debiéramos esperar el conocimiento de las propuestas que, planteadas con ecuanimidad, nos indiquen hacia dónde nos puede conducir la nueva etapa gubernamental y no las reiteradas expresiones de rencor y de odio que han predominado en los meses anteriores. Queremos una nueva actitud en este comienzo formal y no la prolongación de lo que ya hemos conocido.
Es de especial preocupación la relevancia que en esta etapa pueden tener los medios digitales, porque más que para informar han servido para la manipulación de la opinión pública desde uno y otro lado del espectro político. El fenómeno de lo que se ha llamado la posverdad está presente. Las personas creen lo que desean creer, sin verificar la veracidad de las noticias que se difunden a través de las redes sociales. Los medios tecnológicos permiten no solamente distorsionar la realidad, sino crear falsas realidades, atribuyendo a los actores políticos hechos o conductas que en modo alguno corresponden a lo que verdaderamente hacen o dicen.
La polarización social es un hecho que puede conducir a escenarios de verdadero riesgo, si los actores políticos no reconducen la propaganda electoral hacia su verdadera función de contraste de ideas y programas, alejándose de las descalificaciones para construir propuestas. En el lodo cualquiera puede resbalar y arrastrar a multitudes hacia precipicios de los que sería difícil salir.
Esperamos una contienda ciudadana que, el día de la elección, se traduzca en una jornada pacífica.
Atentamente
Domínguez, Reséndiz, Cuevas y Asociados, S.C.